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Coreografías Investigativas: cuando el cuerpo también piensa

María Consuelo Giraldo, directora del Departamento de Creación de la Javeriana Cali
Karen Daniela Ferrín

Creado por: Lola Ferrin

La directora del Departamento de Creación, Consuelo Giraldo, presentó su libro en la Feria Internacional del Libro de Bogotá 2025. Una propuesta pedagógica, estética y política que invita a investigar con la danza y no sobre ella.

En un panorama donde la academia parece estar regida por normas rígidas, estructuras lógicas y cuerpos silenciados, la propuesta de María Consuelo Giraldo irrumpe como una danza inesperada que sacude las formas tradicionales de hacer investigación. Su libro, ‘Coreografías Investigativas. Una propuesta de indagación con danza, se presentó oficialmente en la Feria del Libro de Bogotá 2025 y fue recibido con entusiasmo por educadores, artistas, gestores culturales y académicos que ven en el cuerpo una posibilidad legítima para la producción de conocimiento.

“Yo no quería investigar sobre la danza. Quería investigar con la danza”, enfatiza María Consuelo, con la convicción de quien ha danzado sus preguntas por más de dos décadas en la educación, la gestión cultural y la creación artística.

La obra fue publicada en 2024 como resultado de una beca del Ministerio de Cultura obtenida en 2021, y está disponible para libre descarga en plataformas oficiales. Sin embargo, su presentación en la FilBo marca un momento simbólico y personal. “Significa la posibilidad de que a alguien le pueda servir o le pueda inspirar algo que una ha pensado, que ha sentido, y que otro pueda transformar desde su propio contexto. Eso es lo que más me conmueve”.

La idea de las Coreografías Investigativas germinó mientras María Consuelo cursaba su Maestría en Educación, reflexionando sobre el concepto de “ecología de saberes” de Boaventura de Sousa Santos. “Las instituciones educativas han trazado una línea abisal entre los saberes que se consideran válidos y los que no. Y en ese abismo quedó la danza, relegada a lo decorativo, a lo que adorna la fiesta, pero no a lo que enuncia, argumenta o construye teoría”, explica.

Como bailarina, había sentido esa exclusión desde muy joven. Pero fue en su formación como investigadora donde comprendió que era necesario cambiar el enfoque. “No se trata de hablar de la danza desde la antropología o la sociología. Se trata de permitirle a la danza ser parte del proceso investigativo, no como objeto, sino como interlocutora. Ahí está el giro”.

Ese “con” es el corazón del libro. Lejos de proponer una metodología cerrada, María Consuelo desarrolla lo que denomina una “metódica”, una forma flexible, situada y sensible de indagar a través del cuerpo, el movimiento, el ritmo y la espacialidad.

“El ‘con’ no es solo una palabra. Es una postura ética. Es la pregunta por cómo hacemos para que cada voz entre en el diálogo. Las investigaciones inter, multi o transdisciplinarias suenan muy bien, pero el reto está en el ‘con’, en cómo se convoca de verdad a otros lenguajes, otros cuerpos, otros saberes”, afirma.

Inspirada en la imagen de las grandes puertas con trancas metálicas —las saldadas— que impiden el paso, la directora del Departamento de Creación propone “desalabar” el entorno educativo: liberar la posibilidad de que el conocimiento se construya también desde el cuerpo. “El entorno académico ha saldado el saber de la danza. Yo propongo abrir esos portones, desalabarlos”.

"Investigar con la danza es permitir que el cuerpo piense. Y cuando eso pasa, la educación se vuelve otra cosa. Se vuelve vida".

“Yo fui una niña que nació para bailar. Pero a medida que avanzaba en el sistema educativo, la música, el movimiento y la colectividad desaparecían. Aprendí a quedarme callada. No fue una tragedia, pero sí lo noté”, recuerda. Esa vivencia marca una crítica profunda a los modos en que la escuela regula y disciplina los cuerpos.

“El cuerpo en la educación ha sido objeto de vigilancia. Y la danza, como lenguaje corporal, ha sido marginada en la medida en que no encaja en el molde racional y productivo. Pero ¿por qué hemos asociado la concentración con estar quietos y el aprendizaje con estar callados?”, se cuestiona.

Esta tensión no es nueva en su trayectoria. Ya en 2009, había ganado una beca con el proyecto ‘Reflejos de las ciudades invisibles’, que planteaba reflexiones sobre el cuerpo en la educación. ‘Coreografías Investigativas’ es la evolución de ese camino, pero con una madurez teórica y práctica que ha sido puesta en escena, literalmente.

Las coreografías investigativas no son teoría pura. Han sido ensayadas, vividas y reelaboradas en diferentes contextos: desde salones universitarios hasta procesos comunitarios. En uno de los casos más significativos, María Consuelo trabajó con formadores del Ministerio de Cultura provenientes de diferentes regiones del país. “Les pedimos que bailaran su historia con la danza, y surgieron relatos atrapados: migraciones forzadas para poder estudiar arte, estigmatización social, tensiones con las masculinidades… La danza permitió decir lo que a veces las palabras no logran nombrar”.

En Cartagena, un maestro usó la metodología para nombrar un nuevo colectivo de danza masculina. “Querían romper con la imagen del macho alfa, del hombre fuerte asociado al boxeo o al fútbol. Usaron las coreografías investigativas para pensarse como hombres danzantes. El grupo se llamó Desaldavar, en honor a esa metáfora de abrir puertas”.

También se implementó en el campus universitario. “Hicimos grupos focales con académicos, catedráticos y artistas mediadores. Lo que surgió fue impactante: nos dimos cuenta de que los docentes estamos marcados por la violencia de este país. Y esas violencias atraviesan también nuestra manera de enseñar. La danza ayudó a nombrarlo”.

La propuesta de 'Consue', como le llaman cariñosamente sus allegados- es, también, una invitación a reconfigurar la experiencia de aprender. “A veces creemos que innovar en educación es usar más tecnología. Y sí, claro que eso es importante. Pero también podemos innovar volviendo a lo que se ha olvidado: el cuerpo, la sensibilidad, el arte, el contacto, la experiencia estética”.

“Las ‘coreografías investigativas’ no buscan respuestas finales. Proponen preguntas abiertas, movimientos posibles, formas distintas de poner el cuerpo en juego para decir lo que importa. No es un método, es una estrategia creativa. Y es también un acto político: restituir la dignidad de la danza como saber”.

Después del lanzamiento en la Feria, María Consuelo fue invitada como experta nacional a la Semana de la Investigación en la Universidad Distrital, la primera en Colombia en ofrecer una carrera en danza en los años noventa. “Que ellos me reconozcan como experta es muy significativo. Fueron pioneros en abrirle un espacio académico a la danza. Y ahora, treinta años después, me invitan a dialogar desde esa trayectoria”.

También participó recientemente en el Congreso Internacional de Investigación en Danza. “Son escenarios de mucho valor. Y siento que la paciencia, la terquedad y la resistencia de todos estos años están dando fruto. Yo siempre permanecí, incluso cuando parecía que no tenía lugar. Hoy, cerca de la pensión, veo cómo esas tres letras —con— están abriendo caminos para otras personas”.

¿Quién debería leer este libro? “Personas interesadas en la educación, en la danza, y en especial en la innovación educativa. Quienes estén buscando formas distintas de enseñar, de investigar, de estar con otros. ‘Coreografías Investigativas no ofrece recetas, sino preguntas. Y pone en el centro a la persona, no al resultado”.

En un momento en que las habilidades blandas, la inteligencia emocional y la colaboración son cada vez más valoradas, María Consuelo insiste en que el arte siempre estuvo ahí. “Todo eso que hoy se nombra como habilidades del siglo XXI, en realidad es lo que el arte ha promovido desde siempre: escuchar, conversar, conectar. No sirve de nada saber algo si no puedes compartirlo, cuestionarlo, ponerlo en relación con otros”.

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